domingo, 20 de marzo de 2011

¿Jubilarme yo?

Una nueva era comienza para casi todos nosotros, esta semana he descubierto que tengo pocas posibilidades de convertirme en un miembro vital de este nuestro sistema social: de convertirme en jubilada. Echando cuentas a los sesenta y cinco no tendré cotizados los cuarenta y un años que se necesitan, así que tendré que buscarme otras alternativas para pasar una vejez más o menos digna. Cierto es que aún me queda un largo camino hasta los sesenta y cinco, pero tal y como están las cosas tal vez tenga que hacer un replanteamiento general de la vida.
De momento he pensado trabajar hasta que el cuerpo literalmente me aguante y después ir buscándome trabajillos de becaria precaria. Resulta paradójico tener que recurrir a trabajitos y menudencias como cuando empezamos a buscarnos las habichuelas justo en un momento de la vida que deberíamos estar dando lecciones magistrales o dedicándonos a la vida contemplativa, también es posible que siguiendo esta última  opción me haga definitivamente hippy y termine mis días en una comuna haciendo artesanías para vender en los mercadillos.  Sea como sea, parece que hasta el estado se resiste a que nos hagamos viejos y caducos. A nuestra generación le ha tocado producir, producir y producir ¿dónde? Eso no nos lo dejan muy claro ¿en qué condiciones? Tampoco están por la labor de ponérnoslo fácil. En vez de caminar hacia el primer mundo en post del estado del bienestar social parece que queremos retroceder en el tiempo y situarnos en aquella época tan competitiva de los inicios de la Revolución Industrial. ¿Qué opción será la que finalmente vivamos?
Esta incertidumbre afortunadamente nos da la sal de la vida. Pero esa es otra historia que dejaremos para otro día

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