sábado, 24 de abril de 2010

¿CRISIS?¿QUE CRISIS?


Hoy me muestro un poco alarmada. Todo el mundo anda de cabeza con esto de la crisis y yo, sin embargo ni la siento ni la padezco. Cierto es que, en los últimos años, mi poder adquisitivo se ha visto menguado. Yo lo achaco más bien a que los precios suben y los sueldos no. Reconozco también que en los últimos años he alcanzado esos tres objetivos que dicen que todo ser humano debe cumplir: plantar un árbol,(que no tiene porqué ser un pino),tener un hijo y escribir un libro.

El árbol lo planté en la tierrita de mis padres cuando era pequeña. Se trataba de un sauce llorón. Me duró unos cuantos años, ni tan siquiera llegaron a 1diez, pero creció bastante y al final me da que se murió de pena. Hace poco más de tres años tuve una niña. Sinceramente los niños te dan otra felicidad, me alegro mucho de tenerla conmigo pero aún estoy adaptándome a este nuevo cambio de vida. Los niños son un ejercicio de paciencia constante. Y este año por fin, logré el tercer objetivo. Quizás ha sido el más difícil de llevar a cabo. Como no podía ser de otra manera, mi libro se basa en una experiencia personal, podría decirse que es casi bibliográfico. Se titula:

“El pollo, del congelador a tu mesa. Ciento y una maneras de comerlo”. Como no podía ser de otra manera está dedicado a una de las facetas más importantes de la vida, comer, y además sigo una de nuestras mayores tradiciones familiares, ya que está dedicado a la cocina. La verdad es que con este libro cumplo además con mi faceta de ama de casa y me ha gustado tanto la experiencia que estoy preparando una segunda parte:

“Cocina creativa con arroces y pastas”. El único inconveniente que le veo es que mi familia no me apoya todo lo que yo quisiera , especialmente cuando saco algunas de mis obras de la cocina.

ESOS LOCOS BAJITOS

No me refiero a los niños en esta ocasión, sino a las personas que llegamos de puntillas a la estatura media. He de decir que por mucho que se rían los otros más altos no es más que por pura envidia. Para los bajitos todo son ventajas. Somos más graciosos, parecemos más jóvenes, llegamos antes al suelo y no tenemos más que acercar una banqueta para alcanzar esas cosas que quedan fuera de nuestra altura.

La ropa nos suele quedar larga pero con remangarnos las mangas o volver los bajos de los pantalones, asunto arreglado. Las chicas además con una camiseta larga, de esas que están tan de moda, nos hacemos un vestido mini. Los bajitos podemos aprovechar la ropa que no le vale a los más altos pero al revés no puede ser. Andamos con más donaire y más estirados que los altos, que tienden a ir encorvados. Cabemos en cualquier hueco y nos adaptamos a cualquier sofá que se preste a invitarnos a dormir la siesta. En las sillas nos cuelgan los pies pero al menos no nos tropiezan las rodillas con el filo de la mesa. En las maletas podemos llevar más cosas y esto es más que importante ahora que en los aeropuertos cobran por la segunda maleta. Con nuestros zapatos es difícil tropezar, pero no puedo decir lo mismo de los zapatos de esos titanes que calzan un 45. Vamos que se quitan los zapatos y te quedas sin alfombrita de al lado de la cama.

El único inconveniente que le veo a esto de ser de pequeño tamaño es que, como con la edad el ser humano tiende a encogerse pues nosotros no deberíamos de encoger demasiado porque son capaces de perdernos y olvidarse de nosotros. En vez del asilo nos arreglan una casita de muñecas y nuestros descendientes se quedan tan anchos.

martes, 13 de abril de 2010

Semana Santa

Por fin acabamos de pasar la Semana Santa. Aunque siempre estoy a favor de conservar las tradiciones porque, queramos o no, forman parte de nuestra forma de entender la sociedad que nos rodea, he de decir que la Semana Santa me parece la más horrorosa de todas nuestras fiestas. Llevamos poco más de 2000 años recordando el sufrimiento más espantoso que pudo tener un hombre de aquella época, y digo yo: ¿no tuvo el pobre bastante con sufrir una vez que todos los años se lo tenemos que volver a recordar con tantos detalles?

La gente se manifiesta en contra de las corridas de toros porque los animales sufren y son sangrientas y en estas fiestas sacan a un pobre hombre maltratado, ensangrentado, con una cara de sufrimiento que te arranca el alma, y no contetos con eso aparecen detrás de cada paso los penitentes, esos hombres y mujeres que caminan descalzos, de rodillas, con los brazos en cruz y vete tú a saber cuantas formas inimaginables más de sufrimiento. Todos tan felices, tan orgullosos de demostrar su fe y lo mucho que quieren a su Dios. Pues si de verdad tanto lo quieren que lo recuerden en las fiestas, cuando multiplicaba los panes y los peces y convertía el vino en agua o cuando iba ayudando a los enfermos y que no lo recuerden sufriendo.

Bastantes sufrimientos vemos ya todos los días, si no hay más que poner los telediarios que no nos ponen más que desgracias. Más felices seríamos todos si imitáramos los buenos momentos de los que a lo largo de la historia nos dejaron sus ejemplos. Si embargo en un alarde de masoquismo generalizado nos dedicamos a conmemorar las grandes desgracias de la historia

El calorcito llega por fín.

Por fin llegó la primavera,…. Sí….ya se que ahí en las tierras peninsulares aún no lo notais tanto, y que no hace más que llover y llover……bueno…. Ya lo disfrutareis en los ríos y los embalses este veranito….. Como dice el refrán, marzo ventoso y abril lluvioso….. De siempre la primavera ha sido época de alergias, resfriados, setas y caracoles. Parece que estamos deseando que haya un rayito de sol para salir al campo, ver árboles, verde, caravanas de domingueros que aparecen por doquier, pajarillos cantando, a la familia del pueblo que nos esperan con sus morcillas y chorizos ya listos.
Los más atrevidos hasta dejamos las mangas largas y liberamos los brazos paliduchos para que vayan tomando un poco de color. Es así como nos llegan los resfriados.

Digo yo que cuando los pueblos del norte de Europa nos invaden más o menos civilizadamente, por algo será, sin duda debe ser por el sol que después del frío invierno, nos caliente cuerpo y alma. Verás tú como al final van a tener razón los driudas con aquello de los ritos de homenaje al sol y la madre naturaleza. En nuestras tradiciones mantenemos las procesiones de semana, que personalmente me parecen más crueles y sobre todo más tristes, menos mal que por otra parte disfrutamos del vinito, las torrijas y otros tantos manjares
La gente parece estar de mejor humor, con ánimo renovado hasta tiene más ganas de conversación, parece que el estrés desaparece y todo es felicidad y armonía sideral, por instantes todos nos contagiamos del espíritu hippy y empezamos a creer en lo bonito que es el amor. Así pasa que, aprovechando estos días libres que nos brinda la Semana Santa, ponemos todas nuestras esperanzas en renovar fuerzas fisicas y mentales para llegar a las vacaciones de verano con muchas más ganas de disfrutar de la vida. O por lo menos hasta el próximo puente.