sábado, 24 de abril de 2010

ESOS LOCOS BAJITOS

No me refiero a los niños en esta ocasión, sino a las personas que llegamos de puntillas a la estatura media. He de decir que por mucho que se rían los otros más altos no es más que por pura envidia. Para los bajitos todo son ventajas. Somos más graciosos, parecemos más jóvenes, llegamos antes al suelo y no tenemos más que acercar una banqueta para alcanzar esas cosas que quedan fuera de nuestra altura.

La ropa nos suele quedar larga pero con remangarnos las mangas o volver los bajos de los pantalones, asunto arreglado. Las chicas además con una camiseta larga, de esas que están tan de moda, nos hacemos un vestido mini. Los bajitos podemos aprovechar la ropa que no le vale a los más altos pero al revés no puede ser. Andamos con más donaire y más estirados que los altos, que tienden a ir encorvados. Cabemos en cualquier hueco y nos adaptamos a cualquier sofá que se preste a invitarnos a dormir la siesta. En las sillas nos cuelgan los pies pero al menos no nos tropiezan las rodillas con el filo de la mesa. En las maletas podemos llevar más cosas y esto es más que importante ahora que en los aeropuertos cobran por la segunda maleta. Con nuestros zapatos es difícil tropezar, pero no puedo decir lo mismo de los zapatos de esos titanes que calzan un 45. Vamos que se quitan los zapatos y te quedas sin alfombrita de al lado de la cama.

El único inconveniente que le veo a esto de ser de pequeño tamaño es que, como con la edad el ser humano tiende a encogerse pues nosotros no deberíamos de encoger demasiado porque son capaces de perdernos y olvidarse de nosotros. En vez del asilo nos arreglan una casita de muñecas y nuestros descendientes se quedan tan anchos.

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